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miércoles, 20 de enero de 2016

DÓNDE DUERMEN LAS SONRISAS…


Hay sonrisas fingidas que solo sirven para engallar o para esconderse detrás de ellas. Esas sonrisas son la falsa representación de lo que no se es ni se siente. Son una burda imitación que se hace con unos pocos gestos del rostro.

Las sonrisas de verdad son duendes que duermen en algún lugar oculto del alma aún no descubierto. Estos duendes se apoderan de nuestro rostro sin que nos demos cuenta, hacen que se ilumine nuestra cara, que nuestra severidad desaparezca y que el tiempo se detenga en algún momento indefinido de nuestra existencia lleno de armonía y plenitud.

Esos seres no aparecen cuando son llamados sino cuando se les prepara el camino: cuando nos detenemos, cuando reparamos en nosotros y en el mundo que nos rodea, cuando observamos con la mirada limpia, cuando salimos de nuestro yo fortificado para dejarnos maravillar por lo que hay ahí fuera, cuando formamos parte de ese todo universal que es la vida, cuando permitimos que los sentimientos fluyan libres, cuando nos atrevemos a vivir nuestras emociones más auténticas y profundas, cuando somos nosotros sin darnos cuenta de que somos sin más…

Si no detenemos el tiempo… Si no encontramos un momento de paz… Si no nos paramos a mirar… Si no nos dejamos emocionar… Esos extraordinarios seres permanecerán dormidos y ocultos, y nunca se nos acercarán.

Y pasa el tiempo… Y pasa… O dejamos que se nos escape…

Confundidos… encadenados voluntariamente a nuestras rutinas, nos olvidamos de nuestros duendes de la sonrisa. También de vivir... Afortunadamente, aunque el paso del tiempo difumina los recuerdos, hace más intensas las emociones…

Emilio Muñoz
El tiempo detenido... Y un lugar para perderse...
© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS


Música: R. Rahman featuring Suzanne Dmello - Latika's theme (BSO Slumdog Millionaire)
Imagenes: Cortometrage "Most (The bridge)" de Bobby Garabedian
(por Jorge)


1 comentario:

  1. Más allá donde alcanza la aparente mirada, justo donde convergen ilusiones y sueños, allí habitan los duendes de la sonrisa, a veces nos sorprenden aun después de la lágrima.

    Mi abrazo, querido Emilio

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