“No puedo enseñar a nadie.
Solo puedo hacerles pensar”
Sócrates (470 aC - 399 aC)
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Si la felicidad (con minúsculas muy minúsculas) es una conquista, esta es una de las grandes preguntas que nos debemos hacer a lo largo de nuestra vida. En esta pregunta se fundamenta la confianza en nosotros mismos, sobre todo para desplegar nuestra personalidad, pues solo desde la sólida base que da la seguridad en lo que pensamos, en lo que soñamos, en las aspiraciones que tenemos, en la forma en que nos tratamos a nosotros mismos y a los demás, solo desde está segura base, insisto, podemos caminar tranquilos por la vida, centrándonos en lo importante, desplegando una gran energía positiva y creativa, y sintiéndonos en paz con lo que somos y con lo que hacemos. Tal vez no seremos FELICES (con mayúsculas), pero sentiremos una intensa y merecida satisfacción.
Es fundamental saber si merece la pena lo que hacemos y lo que pensamos. Saber, aún más, si los principios y valores que rigen nuestra vida merecen la pena. Y eso solo lo lograremos desde el conocimiento: conocimiento del mundo y, especialmente, conocimiento de uno mismo. Solo cuando afrontamos con valor el conocimiento de uno mismo podemos descubrirnos y enfrentar la conquista de una vida que sea, al menos, tranquila y placentera, en paz con nuestra conciencia y gratificante en nuestras experiencias. Pero tenemos que atrevernos a mirar al espejo y descubrir quienes realmente somos: sin esa mascara que, en ocasiones, solo es una versión pulida y edulcorada que nos vendemos a nosotros mismos. Y aviso de una mala noticia: nuestra conciencia nunca se lo traga, lo que puede ser motivo de que se convierta en una pesadilla.
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Photo by Andre Mouton on Unsplash |
Si queremos conseguir avances reales hay que dejarse llevar por la intuición, pues anticipa mucho de lo que realmente es y ocurre en nuestra vida. Nuestra intuición nos avisa de lo que encontraremos en el espejo cuando nos miremos en él, sí. Por esta razón hay personas que se pasan la vida huyendo de él. Huyendo de él y de todas las personas que en sus reacciones ante nuestro trato nos están diciendo, sin decirlo, que algo no funciona en nosotros mismos. La intuición es una magnífica aliada. Realmente tiene magia: nos dice la verdad de lo que somos y de lo que querríamos ser. Y solo es necesario que nos dejemos guiar por ella. Si, por una parte, puede hacernos un feo frente al espejo, también es la maga que nos descubre si lo que hacemos realmente merece la pena.