“Lo que puedas hacer, o soñar que puedes hacer,
comiénzalo ya.
La audacia tiene genio, poder y magia”
Johann Wolfgang von Goethe (1749 - 1832)
Si la vida fuera un viaje a alguna parte, entonces debería ser un viaje a la magia. Ningún otro destino merece la pena alcanzarse si la magia no está en su recorrido. Al final, vivir por vivir dejarse llevar carece de sentido.
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En un mundo tan gris como el nuestro, donde solo los colores artificiales parecen tener cabida, la magia es, ante todo, fruto de la voluntad y de la propia creatividad. No se trata de algo que nos sea concedido o que aparezca por sorpresa. El azar cuenta muy poco en esta importante apuesta que es la vida. Si acaso, lo que más hace es dar pistas.
Por el contrario, la magia se alimenta de la ilusión y del deseo, etapas siempre intermedias en el trayecto, actos ambos fruto de la voluntad de vivir, y de hacerlo con coraje. Y no es que sea sencillo empeñarse en estos propósitos, pues nuestra condición humana nos hace demasiado ambiciosos e impulsivos, cuando no temerosos.
Y al final llegamos al centro de esta misteriosa ecuación que es la vida, porque la vida, cuando es vida, emana como un impulsivo torrente de nuestra alma, lugar sagrado donde reside la esencia de lo que verdaderamente somos.
La magia vive en nosotros, manifiesta o latente, pero solo surge de nuestro interior cuando la liberamos y la cuidamos. Tan fácilmente como surge, puede desaparecer, y solo nosotros somos los verdaderos protagonistas de su existencia.
Y no está de más volver a insistir en algo más: si hay alguien que nos debe importa en este recorrido de la vida es el ser que somos nosotros mismos, pues solo nosotros somos dueños y señores de nuestra propia vida. Es lo único que no nos es ajeno, y es lo único sobre lo que podemos influir, aunque no siempre lo hagamos con suficiente éxito. La magia está ahí…
Emilio Muñoz
Cosas del más acá
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(por The Broken Cradle)