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martes, 23 de julio de 2024

LA INOCENCIA COMO DON…
(ESOS MOMENTOS INOLVIDABLES EN LA VIDA)


“Cada rosa gentil ayer nacida,
cada aurora que apunta entre sonrojos,
dejan mi alma en el éxtasis sumida...
¡Nunca se cansan de mirar mis ojos
el perpetuo milagro de la vida!”

Amado Nervo (1870 – 1919). México
De “Éxtasis”


¡Su rostro muestra tan sincera e inocente excitación, que hasta creo escuchar su respiración acelerada, y cómo sus pulmones hacen juguetear el aire a mi alrededor…!

No sé si es una joven mujer o, más bien, un verdadero ángel, la que ensimismada y absorta se entrega a observar lo que hay a su alrededor, y a vivir lo que seguramente es uno de los momentos de mayor dicha de su vida. Está tan extasiada que, después de olvidar dónde está durante unos segundos, recupera apresuradamente la consciencia de lo que “debe” hacer y, turbada, decide alejarse de tan delicioso momento de sublime asombro, y cantar. Y no sería con tanta intensidad, pero estoy convencido de que siguió embriagada de felicidad durante el resto de la celebración. Sin olvidar que esos pocos segundos de éxtasis los recordará durante toda su vida, y volverán a ella los sentimientos de júbilo que se autorizó a vivir.

Me pregunto qué es lo que hizo que recuperara el sentido, bajara su cabeza y se uniera a sus compañeros… La responsabilidad, por supuesto. ¡Pero qué alto precio se puede llegar a pagar por no dejar de ser responsable…!


Los momentos inolvidables de la vida, esos que, pasado el tiempo, nos siguen llenando de una ingenua emoción, toman vida en momentos tan humildes como este.

Frente a la felicidad, la alegría o el éxtasis prefabricados, y tan artificiales como los selfies que comúnmente vemos en las redes sociales ―esos en los que solo mostramos una máscara fría y sin vida de nosotros mismos―, los momentos insuperables e inolvidables son otros.

Frente a tanta compostura y artificial imitación, los momentos más bellos e inolvidables de la vida nos llegan cuando menos los esperamos. Surgen de improviso, y nos atrapan de tal manera que nos olvidamos de nosotros mismos para dejarnos arrastrar por una emoción intensa y conmovedora que anula nuestra razón y consigue que nos olvidemos de todo lo programado.

Eso es lo que veo, y aprendo, mirando el rostro y los gestos de esa deliciosa joven que se atreve a ser ella misma en un momento tan serio. Su rostro delata su inocencia, su espontaneidad, su timidez, su repentino descubrimiento, esos segundos en los que su alma vuela libre y vive atónita un sentimiento que apenas el ser humano tiene la gentileza de vivir. Y como en todos los momentos maravillosos de la vida (los inolvidables, como digo) la inocencia es la gran protagonista. La inocencia como actitud ante la vida. La inocencia como don y dicha que esa joven aún guarda en su pecho.

Ya lo he dicho en más de una ocasión, y no me canso de repetirlo: en la inocencia, tal y como la viven los niños, se refugia la felicidad y lo más maravilloso que puede ser vivido por un ser humano. En esa inocencia, a la que tan inconscientemente renunciamos los adultos…


¿Alguien se atreve a decir a que joven me refiero?


Emilio Muñoz
Pensar y sentir

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(original autentificado)



Vaughan Williams - The truth sent from above
(por The Choir of Trinity College Cambridge)



jueves, 4 de julio de 2024

MORIR PARA VIVIR… OLVIDAR PARA APRENDER…


“Sólo tu rostro veo
como pálida flor,
y río en silencio
y extasiado lloro,
sólo estás tú, sólo nosotros,
sumergidos en el profundo Todo,
en el profundo mar,
allí estamos perdidos,
allí morimos
y para renacer volvemos.”

Khushal Khan Khattak (1613 – 1689). Afganistán
De “Ahora yace tu amigo…”


Foto de Kiệt Hí en Unsplash
De tanto intentar recuperar el espíritu de la niñez he llegado a disociar mi mente y mi alma. Llego a la conclusión de que son dos aves que vuelan en paralelo pero que crecen con distintas formas y colores.

Aunque el tiempo sigue avanzando inexorablemente, a la vez siento que he ido retrocediendo, pero no de una forma temporal, sino dirigiéndome a la más absoluta sencillez y desnudez. Me he ido desprendiendo de capas y más capas de artificialidades… Lugares comunes, prejuicios, patrones de pensamiento incoherentes, costumbres desfasadas, actividades repetitivas que nada aportan a mi vida…

Y siento que me estoy desprendiendo de una madurez inútil, que no me aporta nada como ser humano, y nada aporta a este mundo… si acaso más confusión de la que ya hay.

Tanto me he desprendido de artificialidades y tanto ha retrocedido mi mente en el tiempo que he sido llevado hasta más atrás de mi nacimiento en este mundo. Pero no ha ocurrido para regresar a la esencia espiritual de mi alma. Aún no… Ha sido así para recorrer los últimos días del anciano en que me convirtió lo vivido en este mundo.

Ahora ya puedo morir para volver a nacer… y olvidar para nuevamente aprender…


Emilio Muñoz
Pensar y sentir

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Christopher Galovan - Pentecost (Reworked) [feat. Ardie Son]
(por Christopher Galovan)