“Dicen algunos que saben mucho que la felicidad se define
como vivir en paz lo que la vida te da,
y vivir con la misma paz lo que la vida te quita.
Sería una mezcla de paz y aceptación, que no de resignación”
Xavi Cañellas
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Foto de Javardh en Unsplash |
En primer lugar, la felicidad es difícil de alcanzar y, más aún de permanecer. El término felicidad apunta demasiado alto. Al hablar de una vida feliz, yo realmente me refiero a una vida grata, placentera, serena.
En segundo lugar, creo que demasiadas personas entienden por vivir en paz algo así como dejar que la vida sea la que nos da y nos quita, como si lo propio solo fuera esperar, como ocurre con la comida en los animales domésticos. ¡Nada de eso! Si me fue concedida una vida y un tiempo, soy responsable de hacer de esa vida una experiencia grata (algo parecido a responsabilizarse de la vida de un hijo o hija). Es decir, que no vale quedarme parado ni esperar a que alguien me resuelva la vida. ¡Tengo que mover el culo y provocar que las cosas ocurran!
En tercer lugar, por tanto, llego a la conclusión de que tengo que sembrar “con el sudor de mi frente”. Tengo que tomar una actitud activa. Tengo que tomar decisiones. Tengo que arriesgarme. Porque si no actúo, lo más probable es que la vida me ignore o termine siendo rehén de todo aquello y de todos aquellos a quienes cedo mi voluntad. ¿Sobre qué tengo que decidir? Sobre lo más básico: valores, principios. Y sobre lo más esencial: vocaciones. Concretamente sobre cómo vivirlo sin traiciones, pues traicionar eso lleva al remordimiento y la depresión. Yo no soy un conjunto de carne y huesos, sino una esencia y un destino. ¡Inspiración y sueños!
Y en cuarto lugar enlazo con lo que dice Xavi, después de hechas las aclaraciones pertinentes: los frutos que recoja de mi siembra debo aceptarlos con humildad y gratitud. Sean pocos o muchos, sean gratos o ingratos. Y de ser necesario, tendré que volver a arriesgarme a sembrar. Todo depende de lo importante que sea lo que quiero conseguir. Si tiene gran importancia, no me rendiré, y volveré a intentarlo. En este caso, es fundamental tener claro qué es lo que quiero realmente. No caer en la trampa de querer lo que la cultura de nuestra sociedad dice que debo desear o ser, sino aspirar a lo que mi alma realmente desea. Tengo que escuchar a mi alma, por tanto.
Desde hace muchos años repito una frase: “Pide todo lo que deseas a la vida, pero acepta lo que te dé” Si no me sale bien, si fracaso en algo importante, no me conformaré, y lo volveré a intentar. No me rendiré, porque rendirme, al igual que engañarme, es renunciar… Y lo más grave: ¡renunciar a vivir!
Y permitidme que una vez más vuelva a los magos del saber… ¡a los niños! Así es justo como actúan los niños. No pierden demasiado tiempo en lamentaciones, y rápidamente buscan alternativas para disfrutar de su vida. Disfrutan de lo que realmente son y de lo que realmente les hace felices…
“La felicidad se encuentra
en la sala de espera de la felicidad”
Eduard Punset (1936 – 2019)
Emilio Muñoz
Pensar y sentir
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(original autentificado)
(por Christopher Galovan)