FRASE
Fuera de ley, mi corazón
a saltos va en su desazón.
Ya muerde acá, sucumbe allí,
cazado allá, cazando aquí.
Donde lo quiera yo dejar,
mi corazón no se ha de estar.
Donde lo deba yo poner
mi corazón no ha de querer.
Cuando le diga yo que sí,
dirá que no, contrario a mí.
Bravo león, mi corazón
tiene apetitos, no razón.
Alfonsina Storni (1892 – 1938). Suiza / Argentina
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Rebeldías... La primera, ¡ante el cáncer! |
Si he de ser libre, he de seguir el pulso de mi corazón, arriesgarme a los extravíos de sus pasiones y locuras, embarcarme a un destino incierto en la nave de sus intuiciones, descubrir mis más ocultos sueños con la ayuda de la imaginación.
¿Y la razón? Un compañero de viaje aún más peligroso que el corazón, pues si bien me puede dar medida de todo aquello que es cauto y prudente ―y recordarme eso otro para lo que sanamente me comprometí―, también puede ser angustiosa cárcel en la que asfixiar mi vida.
La razón puede ser excusa tras la que esconder la vida. Pretexto para no sentir, para disimular miedos a uno mismo sin superar el miedo a vivir. Puede ser la coartada perfecta para una esclavitud autoimpuesta. Entregarse así a la razón es otra locura, aún mayor.
El corazón es pájaro que muere si se le hace vivir enjaulado, entre los fríos barrotes de la razón. Pero el corazón debe descubrir sus límites y empeños con ayuda de la razón.
La razón es disciplina y sometimiento. El corazón es libertad y rebeldía. Mi corazón debe ser libre y apasionado, pero necesita de la razón para no extraviarse en medio de la confusión. Y precisa de la rebeldía para no caer encadenado y sumiso en las traicioneras redes de la fría lógica de la razón.
Insisto, ¿y la pasión? ¡Puro deleite del auténtico vivir! Y aunque parezca ilógico decirlo: ¡razón de vida!
LA TRAMPA DE LA RAZÓN
(Homenaje a Alfonsina Storni)
Mi razón dice que mate
antes de ser muerto,
pero mi corazón
me aconseja que muera
antes de que pudiera matar.
Hay rebeldías honestas
que me exigen abrazar
decisiones funestas:
renunciar a mi propia vida
si ello fuera preciso,
accediendo a tan dolorosa entrega.
Y yo lo acepto
en contra de la razón,
ya que de no seguir
este doloroso precepto
que ahora reivindico,
daría vida a mi cuerpo
ofendiendo a mi corazón,
pues yo ya no sería yo,
y mi alma habría muerto.
Emilio Muñoz
Emilio Muñoz
Pensar y sentir
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(original autentificado)
(por Philippe Antomarchi)