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domingo, 9 de septiembre de 2018

ESQUEMAS MENTALES Y HÁBITOS: EL ARTE DE EVITAR QUE SE CONVIERTAN EN UN LASTRE


“La vida es lo que hacemos de ella.
Siempre lo ha sido y siempre lo será”

Anna Mary Robertson Moses (1861 – 1961)


Los seres humanos no nos reinventamos a diario, por mucho que haya quien diga que vive cada día como si fuera el primero de su vida, por mucho que insista en que vive el presente (carpe diem) o por mucho que afirme que es libre. El movimiento hippie sucumbió precisamente porque, más allá de unos cuantos planteamientos correctos, enfocaba mal bastantes cosas. Muy bonito todo pero muy hueco. Pero eso no quiere decir que haya que renunciar a buscar mejores alternativas y posibilidades. Al contrario…

Free image: Max Pixel
La verdadera libertad empieza (solo empieza) cuando tenemos el valor de preguntarnos el por qué de lo que nos pasa; cuando analizamos y nos hacemos conscientes de los patrones mentales que nos llevan a entender de una determinada y prefabricada manera la vida, sin darnos la oportunidad de otear otras alternativas; cuando nos abandonamos a nuestros hábitos por comodidad sin preguntarnos el bien que realmente nos hacen y lo esclavos que somos de ellos.

Nos iría mucho mejor si en lugar de estar intentando encauzar nuestra vida, y la de los demás, en un esquema predeterminado e incuestionable, nos limitáramos a descubrir las oportunidades que se nos presentan y a aprovecharlas. La vida es un viaje lleno de incertidumbres y sorpresas. Siendo así, la improvisación y la creatividad juegan un papel fundamental. Es bueno tener unas guías prefijadas, pero es imposible conseguir que todo a su alrededor se ajuste a ella.

De hecho, los esquemas mentales y los hábitos no tienen por qué ser negativos: todo depende de cómo los utilicemos. Si los convertimos en pautas rígidas que debemos buscar, seguir y forzar, terminaremos por ser esclavos de muchos sinsentidos: seres humanos que nos amargaremos y que amargaremos a los demás. No. Los esquemas mentales y los hábitos deben ser una guía orientativa pero jamás una obligación. Deben ser una guía cuestionable y criticable, que tiene que ser adaptada tanto a los tiempos (el proyecto de vida) como al momento (el presente). Y debemos hacerlo porque cada día es un contexto nuevo y cada día somos, como personas, un ser diferente y único.