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miércoles, 23 de enero de 2019

EL PODER DE LA COLABORACIÓN


“Los hombres construimos demasiados muros
y no suficientes puentes”

Isaac Newton (1643 – 1727)

“Hemos aprendido a volar como los pájaros
y a nadar como los peces,
pero no hemos aprendido el sencillo arte
de vivir como hermanos”

Martin Luther King (1929 - 1968)


Una antigua historia sufí cuenta que en un bosque vivían dos mendigos, uno cojo y el otro ciego, ambos enfrentados por viejas rencillas. Por diversas circunstancias, los dos perdieron sus casas en un incendio. Queriendo salir del bosque, ninguno de los dos tenía posibilidad, pues uno no podía moverse y el otro, pudiéndolo hacer, no sabía qué camino tomar.

Los dos mendigos se encontraron, y a uno de ellos se le ocurrió una brillante idea: el ciego llevaría al cojo en volandas, para que éste le indicara el camino a seguir. Así pudieron salir del bosque. Lo que hasta entonces solo había sido una sucesión de rencillas se convirtió en una enriquecedora y grata amistad a partir de ese momento.

Esta es una hermosa lección del poder y de los beneficios que tiene cualquier ser cuando entra en una dinámica de colaboración. Lo encontramos a menudo en la naturaleza, pero esta enseñanza debería aplicársela, de forma especial, el ser humano, tan extrañamente necesitado de resaltar su diferenciada personalidad, seguramente porque la encuentra pobre y porque vive sumergido en esta destructiva cultura nuestra (hablo de la Occidental) que incentiva la superioridad sobre los demás, el protagonismo a cualquier precio y la competitividad más nociva e, incluso, despiadada. El alto precio asociado a nuestra mentalidad no solo lo ha pagado una abrumadora parte de la humanidad con su vida (continuas guerras) o con la pobreza (la desigual distribución de la riqueza), también lo está pagando nuestro planeta, más y más rápidamente deteriorado con el paso del tiempo (cambio climático, polución ambiental y de los mares, y relativo agotamiento de los recursos).

Es cierto que el arrollador éxito que ha tenido el ser humano en esta diabólica carrera planetaria por sobrevivir que afecta a todos los seres vivos se debe al agudo instinto de supervivencia que ha mostrado desde que camina erguido. Ha transformado su medio ambiente para hacerlo más seguro y cómodo, lo que ha conseguido más que sobradamente. Tanto que, en la actualidad, el mayor peligro para la humanidad reside únicamente en el propio ser humano, tanto por la violencia que muestra contra sí mismo, como por la progresiva, peligrosa e innecesaria destrucción de la naturaleza que nos sustenta.

Ese instinto de supervivencia no ha conseguido amainarse, y solo se ha transformado, de forma muy parcial, en un impulso positivo sobre la ciencia y la tecnología. Por el contrario, nuestra mentalidad sigue siendo la misma que hace 40.000 años, y la agresividad con la que hemos fortalecido nuestra supervivencia sigue latente. Solo hay que echar un vistazo a la programación de cualquier canal televisivo: las series de violencia, conflictos o competición llenan de forma abrumadora las parrillas televisivas. Un canal de televisión exitoso es el espejo en el que se mira nuestra sociedad, y debería preocuparnos.

Aprender a convivir y a colaborar, a escala planetaria, ya no es una opción sino una exigencia para la supervivencia de la humanidad y de gran parte de la vida en este planeta. Y no solo es cuestión de supervivencia sino de calidad de vida. El modo de vida occidental, por mucho que miremos para otro lado, esconde detrás de su opulencia material, un gran número de seres aquejados de soledad, ansiedad, depresión, enfrentamientos, violencia y / o inseguridad. Así lo atestigua la misma Organización Mundial de la Salud al declarar la depresión como la enfermedad más extendida en el planeta, especialmente en los países más desarrollados. Curioso desarrollo éste que nos amarga la vida.

El respeto y la colaboración, tanto entre seres humanos como hacia la naturaleza es lo que nos hace verdaderamente ricos, a nivel material y emocional. Una vida sana, rica y de calidad solo puede fundamentarse en el enriquecimiento mutuo que produce el respeto a la variedad de la vida, así como la colaboración basada en la complementariedad y un sincero aprecio por el prójimo. Respeto que nunca será completo si no cuidamos la maravillosa vida que sustenta nuestro planeta, aunque solo sea porque es el legado que dejaremos a las generaciones futuras.


"Si desaparecieran todos los insectos de la tierra,
en menos de 50 años desaparecería toda la vida.
Si todos los seres humanos desaparecieran de la tierra,
en menos de 50 años todas las formas de vida florecerían"

Jonas Salk (1914 - 1995)


Emilio Muñoz
Cosas del más acá

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Lambert - Grauer Beton (Trettmann)
(por Lambert)


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